La Unión Europea pierde fuelle productivo con respecto al resto del mundo

La reducción de la cabaña ganadera europea para los próximos años, reconocida por la propia Comisión Europea, contrasta notablemente con las previsiones optimistas de crecimiento en la producción mundial de carne para la próxima década, según el reciente informe de la FAO y la OCDE.

De hecho, Miguel Ángel Higuera, director de Anprogapor, ya alertó sobre el grave peligro que enfrenta el sector en Europa debido al endurecimiento de las medidas medioambientales y de bienestar animal derivadas del Pacto Verde, junto con la competencia desleal de importaciones de terceros países.

Comercio mundial en expansión

Sin embargo, el informe de la FAO y la OCDE proyecta un aumento del 12 % en la producción mundial de carne, alcanzando las 388 millones de toneladas en 2033. La producción avícola liderará este crecimiento, con un incremento esperado de casi 19 millones de toneladas para 2033.

Además, la producción de carne de cerdo también aumentará, impulsada principalmente por la recuperación de los países asiáticos afectados por la peste porcina africana. La producción de vacuno y ovino crecerá gracias a las mejoras en la cría y manejo de animales, con aumentos significativos en China, India, EE.UU., Brasil, Australia y Nueva Zelanda.

El comercio de carne también se espera que crezca, con exportaciones globales superando los 40 millones de toneladas para 2033. Estados Unidos y Brasil se consolidarán como los principales exportadores, representando el 40 % del mercado mundial.

Europa, en claro declive

La Unión Europea verá una disminución en su cuota de exportación de carne, pasando a representar sólo el 15 % del total mundial en 2033. Esta reducción se debe a la combinación de estrictas regulaciones medioambientales y a la competitividad desleal de países con menores costes de producción.

La situación europea pone de relieve la necesidad de políticas adaptativas y un apoyo más robusto al sector ganadero para evitar desequilibrios significativos en el ecosistema y en la economía rural.

Lo que es más que evidente es que las actuales políticas de la UE deben ser reevaluadas para no seguir poniendo en desventaja a los productores europeos frente a sus competidores globales.

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