Dejemos de confundir al consumidor

Casi cada día, desde el sector, leemos artículos sobre un nuevo «sustituto» de la carne. Todo es falso. Primero, porque la carne NO necesita ser sustituida; y segundo, porque la sociedad no lo reclama.

En los últimos años, los mal llamados sustitutos de la carne han ganado popularidad. Estas alternativas incluyen productos creados a partir de vegetales, cultivos celulares o incluso organismos marinos, como el caso presentado en este desafortunado artículo. Estamos a dos pasos de leer titulares como: «Pruebe las berenjenas que sustituyen a la carne» o «Descubra las algas marinas que se convertirán en las nuevas hamburguesas».

Insistimos: estas innovaciones, por muy novedosas que sean, no son carne.

La carne auténtica: un alimento insustituible

La carne auténtica proviene de animales como vacas, cerdos o aves. Su composición nutricional única incluye proteínas completas, aminoácidos esenciales, grasas específicas y micronutrientes como el hierro hemo y la vitamina B12, elementos que son difíciles de replicar en productos alternativos.

Por otro lado, los alimentos que ni tienen las propiedades ni el origen de la carne, aunque puedan parecerse en textura o sabor, son alimentos completamente diferentes en términos de valor nutricional. Llamarlos «carne» puede inducir a un fraude alimentario, generando confusión entre los consumidores acerca de su naturaleza, beneficios y posibles riesgos.

Una responsabilidad del sector

Tenemos una obligación como productores, comercializadores y como sector. No podemos aceptar este tipo de confusiones. No podemos tolerar la creación de productos con un origen indeterminado y propiedades que no pueden defenderse, presentándose como algo que no son ni serán jamás.

Además, es fundamental defender el papel histórico y cultural de la carne en nuestra alimentación. Esto no significa menospreciar las innovaciones, pero sí exigir una terminología clara en el etiquetado de productos. De esta forma, se respeta el derecho del consumidor a tomar decisiones informadas sobre qué está comprando y consumiendo.

¡Basta ya! Autoridades, medios de comunicación y sector: no contribuyamos a esta confusión inaceptable e interesada. Como bien dice el dicho: Al pan, pan; al vino, vino; y a la carne… carne.

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